Refugio

Llego de trabajar después de mi turno de 8 horas, son las 7 am, sólo tengo ganas de dormir pues la jornada fue cansada, no pude sentarme durante ese tiempo, mi hora de comida se convirtió en darle mordidas a mi sandwich frío entre una tarea y otra. Sé que a esta hora no se puede dormir en casa; mis tres hermanos se levantan para desayunar e irse a la escuela, mi madre calienta el desayuno y se va a trabajar, mi padre ve a dejar a mis hermanos a la escuela y regresa a desayunar. En todo ese periodo de tiempo no es posible dormir por los gritos, la plática, el abrir y cerrar de las puertas de la casa, las uñas del perro corriendo por el pasillo, rascando las puertas y tratando de ir a la escuela junto con los niños. 

No me queda más que llegar a darme un largo baño, llego a encerrarme, prendo la luz, con ella se prende el ventilador, que se convierte en ruido blanco, el cual oculta un poco el ajetreo mañanero, pongo música en mi celular, abro el agua de la ducha y comienzo a mojarme. Siento como poco a poco el olor a sudor, la sensación de piel pegajosa junto con la tensión muscular comienzan a desaparecer. 

Mi cabello rizado pierde su forma por el peso del agua, la que escurre por todo mi cuerpo, me gusta esa sensación, por eso dejo que caiga hasta que comienza a darme frío, froto los rizos con una toalla entonces dejan de gotear, me pongo la pijama limpia que ya tenía preparada desde antes de irme a trabajar. Todo lo hago con mucha calma, ya tengo el tiempo medido para cuando salga todos se hayan ido y pueda tener silencio. 

Salgo justo a tiempo para escuchar cómo la puerta principal se cierra tras mi padre, ya ha terminado de desayunar, entonces puedo descansar. Despierto con el ruido y la luz de la ventana, mis hermanos han llegado de estudiar, sigo cansada pero no quiero ver a nadie, tampoco quiero que me vean, entro de nuevo al baño, acomodo mi cabello casi seco mientras comienzo a maquillarme, el ventilador disimula el ruido de la tela y las risas, hago todo con calma, no tengo prisa de nada, aunque el baño es pequeño y no tenga ni una ventana es el lugar dónde me siento más libre porque aquí estoy yo; decidiendo si me siento en la tina o frente al lavabo, si me maquillo los ojos de un color u otro, si hago una rutina de skincare larga o no, todo eso se desvanece, la libre elección se acaba cuando quito el seguro a la puerta y salgo. 

Aquí adentro puedo escuchar mis pensamientos, tomarme las fotos que yo quiera para subirlas a internet y recibir los cumplidos que no recibo bajo el uniforme laboral y el equipo de seguridad que debo usar. Casi no veo a mi familia a pesar de vivir en la misma casa, nadie me molesta, mi mamá piensa que se me va a pasar, que sólo es una etapa, que mi adolescencia sigue ahí aunque ya trabaje y sea mayor de edad. No entienden que el baño es mi refugio de todas las cosas que no puedo hacer por el ruido, porque las paredes de esta casa pesan mucho sobre mi, porque el aire del exterior pesa mucho más, porque todo pesar se va cuando entro al baño y el ruido del ventilador comienza a sonar. 



Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2020 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash. Ver aquí 


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