Abril niña y primates

 Hoy es día de descanso, he tenido algunos días llenos de actividad; entre trámites de titulación a ritmo más lento de lo usual por la pandemia, trabajo que me desgasta mentalmente porque no me gusta y andar en bicicleta un poco más que lo que andaba en los últimos meses me tenía medio cansada y un poco desconectada de mí misma. 

Sonó mi a alarma 7:00 am, la apagué, cerré los ojos y me volví a quedar dormida otra hora, medio dormida, medio despierta abrí los ojos y comencé a ver mi celular, mala costumbre que me quiero quitar, por cierto. De repente llegó a mi cabeza un recuerdo que ni siquiera sabía que seguía ahí: Cuando yo iba en primaria, no sé ni qué año, a mi papá le regalaron un montón de revistas National Geographic en inglés, él las llevó a casa y me las dio, diciendo que las leyera porque a mí me gustaba leer o las ocupara para cosas de la escuela. Ni las podía leer porque no sabía inglés pero las fotografías llamaban mucho la atención. Intentaba recrear las historias en mi cabeza, yo imaginando qué decían esas páginas. Recuerdo que un día, sí en vacaciones de Semana Santa, me encontré de nuevo las revistas y decidí recortar todo lo que me gustara, había un número repetido que tenía alguna historia de primates, en especial recuerdo a los orangutanes, me sorprendía su fisionomía, su pelaje, la forma de su cara. Recorté tanto que recuerdo saqué más sobrantes de papel que fotos que me habían gustado.

Agarré un pedazo de papel blanco y me puse a pegar todo, en mi cabeza se veía muy bonito, en realidad ya no me acuerdo. ¿Se acuerdan de esa portada famosa de una niña de ojos claros? Recorté sus ojos y los pegué encima de los ojos de un Orangután, no recuerdo el porqué pero sin duda recuerdo que esos animales me fascinaban. 

Ese recuerdo me hizo saltar a otro: en Semana Santa también era costumbre que mi mamá me llevara a mí y a mi hermana, a veces a algún primo o prima o amigo, amiga de la familia que estaba de visita, al Zoológico de Chapultepec, otro día íbamos al Museo de Antropología e Historia y algunos años otro día nos llevaba a la Feria de Chapultepec o al Castillo, pero el zoológico y el museo no podían faltar. Mi parte favorita del Zoológico era la parte final: donde se encuentran todos los primates, pero el recuerdo más vivo es el de un orangután que estaba en una jaula que parecía un hospital, se acercaba mucho a ver a las personas con curiosidad, sobretodo a los bebés o los niños pequeños, yo quería quedarme ahí, viéndonos fijamente por horas, pero siempre había que avanzar, por la gente, por el calor, por el hambre, siempre por algo. 

Pensaba en esa visita por días. 

Cuando íbamos al Museo de Antropología e Historia mi parte favorita era ver a Lucy y leer su historia siempre era increíble, pues me invadían mil preguntas: ¿cómo saben que así era?, ¿cómo vivía? Se ve diferente a nosotros pero si viviéramos al mismo tiempo nos entenderíamos? Seguramente mis formulaciones, como niña, eran muy diferentes a los recuerdos que yo tengo ahora, pero la curiosidad y las mil preguntas siempre han estado. 

No sé porqué recordé todo esto ahora, pero por supuesto que lo relaciono con las cosas que trabajo ahora en la maestría: una pregunta inocente y a lo mejor tonta que tuve el segundo semestre de la licenciatura me llevó a leer y escribir mi tesis, luego a meterme a esa maestría en específico y luego a ponerme a leer sobre primates para intentar entender esa pregunta tonta e inocente que por ahí del 2013 tuve. 

Y estoy maravillada con este recuerdo porque entonces a lo mejor sigo siendo esa niña que recortaba fotografías de primates, sin razón específica, tan solo porque se me ocurrió, me dio curiosidad y tenía mucho tiempo libre. ¿Qué tan conectada estará esa acción con lo que hago y quiero hacer a mis 27 años? ¿Por qué los primates me siguen pareciendo algo maravilloso, digno de estudio pero a la vez, algo tan lejano porque es poco probable que pueda tener un contacto más allá de verlos en documentales o en zoológicos? 

Tal vez le pegué los ojos de una niña a un orangután porque me gustaría ver lo que ellos ven, pero desde mis ojos. 


Sólo estoy vomitando recuerdos. 

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