Los cuatro carros

Disclaimer: 

No tienen que enterarse de mi vida personal pero la razón por la cual decidí entrar a este 'concurso' es porque tengo miedo, todo me da miedo, pero sobretodo me da miedo escribir y tengo que escribir una tesis para mediados de este año. 

No pienso corregir ni releer absolutamente nada de lo que aquí suba porque me ataca el miedo y así evitar que el síndrome del impostor me invada, pero claramente los comentarios, objeciones y quejas son bienvenidas porque no provienen de mí. 

Durante un largo periodo de mi vida viajé diariamente en bicicleta, recorría el mismo camino constantemente. Vivía en un lugar muy tranquilo, alejado del bullicio de las grandes ciudades, pero dónde también hay problemas; una parte de la ciudad que tiene un lago cercado por árboles que han visto cosas que ningún humano ha visto, árboles que son casas de pericos verdes, pericos que para algunas personas son plagas, pero para mí eran una de las pocos momentos del día que podía sonreír al escuchar y ver a esos pájaros enormes sobrevolando el lago, pasando cerca de mí mientras recorría la orilla del lago en mi bicicleta para llegar a mi destino.

Esa zona del camino estaba lleno de casas muy grandes, algunas extravagantes, algunas muy protegidas, llenas de seguridad y cámaras, pero existía una casa que siempre llamaba mi atención: una casa de tres pisos, que sobresalía de todas las demás por su tamaño excesivo pero también porque estaba a medio construir y porque parecía estar abandonada. La casa también saltaba a mi vista porque nunca se veía persona alguna dentro o cerca de ella, pero siempre había cuatro carros estacionados afuera de las grandes puertas del lugar. 

Se podría pensar que en el lugar había alguien viviendo a pesar del deterioro de la misma porque uno de los carros era un carro más nuevo, tal vez un modelo de hace diez años,  que siempre estaba limpio, impecable. Pero los otros tres carros todo el tiempo estaban cubiertos por una gran capa de polvo,  tal vez la diferencia de todos los carros era que los modelos tenían al menos 10 años de diferencia entre ellos. El nuevo -como ya dije- tenía como diez años de antigüedad, entonces el siguiente carro era 10 años más viejo, luego había otro que parecía 20 años más viejo que el nuevo, y así hasta que veías el carro más viejo, un carro largo y bajo, que en su momento de plenitud se veía que era un carro de lujo pero ya no más. Los tres viejos carros mostraban grandes muestras de descuido y abandonamiento, pero el carro nuevo siempre estaba impecable. 

Esa situación llamaba mi atención, ¿Quién vivía ahí?, ¿por qué la casa en ese estado?, ¿por qué todos los carros se encontraban abandonados?, ¿sólo estaban estacionados ahí?. Todas esas eran preguntas que saltaban a mi mente cuando pasaba en mi bicicleta durante el recorrido diario. Un día mientras pensaba todo esto, un carro pasó a mi lado muy cerca, me enojé por lo descuidado que había sido ese conductor, me pasó muy cerca, como la mayoría de conductores en esa ciudad abandonada por las normas de tránsito. Lo vi pasar y vi que se estacionó atrás del carro más nuevo, justo afuera de esa casa. 

No dudé en bajar mi velocidad para ver a la persona del carro, un carro nuevo y lujoso, vi bajar un pie entaconado, luego el otro, seguido de unas piernas largas y musculosas, una falda corta y ajustada, una mujer hermosa. Se bajó del carro mientras yo bajaba más mi velocidad mientras me preguntaba: ¿va a tocar en esa casa?. Sí sucedió, tocó en esa casa y luego vi que entró en ella, creo que la casa tenía interfón. No soporté la curiosidad, terminé por completo de bajar mi velocidad, amarre la bici a un poste y caminé sigilosamente a la entrada de la casa. 

Estaba abierta.

Mis pensamientos corrieron como si fueran en una bajada en bicicleta, y al igual que en una bajada no tuve tiempo de pensar, solo decidí y entré a la casa. Caminé por las escaleras, subí y me encontré de frente a la puerta de entrada, sólo en ese momento, por un segundo, dudé lo que estaba haciendo, pero no dejé que mis pensamientos entraran a mi cabeza entonces mejor yo entré a la casa sin pensar más. Por dentro no se encontraba en estado de deterioro, era una casa vieja pero muy lujosa, todos los decorados y muebles eran de un color vino, rojo como sangre. 

A lo lejos escuché murmullos, no pude evitar acercarme, pero se escuchan muy lejos y el miedo ya se estaba apoderando de mí, me movía cada vez más lento pero no dejaba de moverme, pasa habitación tras habitación, hasta que llegué al filo de donde salían las voces, me asomé cautelosamente y eran 6 mujeres, una muy anciana en silla de ruedas, todas la observaban a ella, y las demás mujeres eran de distintas edades, la más joven era la mujer entaconada, de unos treinta años. Entonces entendí todo, los carros afuera de la casa eran de cada una de las mujeres, entonces entre ellas también había como 10 años de diferencia entre una y otra. Tal vez por eso los carros más viejos se encontraban en estado de deterioro, porque ellas no salían, sólo una, la dueña del auto más nuevo. 

Entonces por las edades supuse que la que salía en carro era la mujer de aproximadamente 40 años, y había otras tres mujeres más grandes, cincuenta, sesenta y setenta años, alrededor. Hice todo ese hilo de pensamiento mientras olvidaba que no debía estar ahí, mi cabeza me descubrió, todas las mujeres me vieron al mismo tiempo, el miedo me paralizó, las cuatro mujeres me detuvieron a mí y la mujer entaconada. Nos encerraron en una habitación llena de viejos lujos donde nos explicaron que nos iban a preparar. 

La mujer en silla de ruedas al parecer no tenía 70 años, tenía muchos más, y utilizaba a mujeres jóvenes para vivir.

Ahora hay cinco carros estacionados y una bicicleta amarrada a un poste afuera de la casa. 

Era mi cumpleaños número veinte. 

Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2020 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash. Blog de Tanit